CRISIS ECONÓMICA
19 de diciembre de 2025
LÁCTEOS VERÓNICA PROFUNDIZA SU CRISIS

La retención de tareas por parte de los trabajadores, hartos de los crónicos incumplimientos salariales, es la respuesta desesperada de quienes ven cómo se desmorona una fuente de sustento histórica. Este quiebre operativo, marcado por la falta de materia prima y el deterioro financiero, no ocurre en un vacío. Se profundiza en un contexto de caída libre del consumo, producto directo de la brutal licuación de salarios y jubilaciones que el gobierno celebra como "éxito".
La láctea santafesina volvió a detener su operatoria por nuevos incumplimientos salariales y acumula cheques rechazados por más de $10.900 millones.
La escalada de la debacle de Lácteos Verónica, con la paralización total de sus tres plantas en Santa Fe, es un sombrío espejo de las devastadoras consecuencias de las políticas de ajuste implementadas por el gobierno de Javier Milei. No se trata de un simple conflicto empresarial; es la cruda manifestación de un modelo económico que asfixia la producción nacional y sacrifica puestos de trabajo en el altar de la supuesta "libertad de mercado".
La retención de tareas por parte de los trabajadores, hartos de los crónicos incumplimientos salariales, es la respuesta desesperada de quienes ven cómo se desmorona una fuente de sustento histórica. Este quiebre operativo, marcado por la falta de materia prima y el deterioro financiero, no ocurre en un vacío. Se profundiza en un contexto de caída libre del consumo, producto directo de la brutal licuación de salarios y jubilaciones que el gobierno celebra como "éxito".
Mientras la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera (Atilra) intenta paliar el drama con acuerdos de pagos que la empresa incumple sistemáticamente—demostrando una alarmante falta de gestión y previsión por parte de los dueños, agravada por el clima de desregulación y abandono estatal—, el Ejecutivo nacional se mantiene en un silencio cómplice.
La situación es más grave: la paralización de la planta de Clason por falta de leche para elaborar, y el freno en Lehmann y Suardi, es la fotografía de una cadena de valor que se rompe. La crisis de liquidez de Verónica, evidenciada por cheques rechazados por más de $10.900 millones, y una deuda con productores tamberos que ronda los u$s60 millones, golpea a más de 150 familias de pequeños y medianos productores, transportistas y proveedores. Es la cadena productiva argentina la que sangra por la inacción oficial.
La pérdida de confianza de los tamberos y la sangría de materia prima hacia otras usinas son una consecuencia lógica de la falta de un marco regulatorio y un Estado presente que garantice la estabilidad y proteja a los eslabones más débiles de la economía. El esquema de fasón, sin rentabilidad real y que funcionó como respirador artificial temporal, se agota el 8 de enero, mientras el gobierno parece más preocupado en flexibilizar normativas para los grandes lobbies que en salvar los empleos y la producción.
En este panorama desolador, la desaparición de los productos de Verónica de las góndolas es un indicador más del camino de desindustrialización y pérdida de soberanía alimentaria al que nos conduce el actual rumbo económico. Las versiones sobre la posible venta o adquisición de activos, como la mención a Adecoagro, solo subrayan la inestabilidad y la vulnerabilidad de las empresas nacionales ante un establishment que capitaliza la crisis.
Con plantas paradas, sin leche, un pasivo impagable y el reloj en contra para miles de trabajadores y productores, el futuro de Lácteos Verónica es un símbolo doloroso de la Argentina que se destruye bajo la desidia y la ortodoxia económica del gobierno de Javier Milei.
FUENTE - AMBITO FINANCIERO
